📌Mi secuestro📌
|
(Ficticio)
Mi secuestro
Estaba saliendo de la escuela, primer día de secundaria. Llevaba mi uniforme, unos mocasines con unas media blancas, una falda negra y una blusa blanca. Sabía que me quedaba algo chico, pero era heredado de mi hermana mayor, mi familia no tenía tanto dinero para comprarnos uniformes nuevos todos los años.
Iba escuchando música con mi auriculares y de pronto una camioneta blanca se atravesó en mi camino de forma muy repentina, por poco casi me atropella. Un hombre con se bajó y no me dio tiempo a decir nada antes de que me metiera dentro de la camioneta.
No tuve oportunidad de escapar o de gritar. En dos segundos la camioneta salió disparada conmigo dentro. Cuando fui consciente de lo que me estaba pasando empecé a llorar desconsolada, le pedía por favor al señor que estaba manejando que me dejara ir.
–Mi familia no tiene nada de dinero! Por favor señor! No tengo nada para darle!
–Callate de una puta vez o te mato aquí mismo.
El trayecto siguió en silencio. El señor me había metido a una especie de jaula que había en la parte trasera de la camioneta. No podía ver casi nada porque no me podía mover de lo pequeño que era el espacio. Estuvimos andando durante horas. Ya ni sabía por dónde estábamos o si seguíamos en mi ciudad. Sabía que había anochecido porque apenas podía ver un poco el cielo oscuro, y las luces de la calle reflejándose.
Desperté en una especie de habitación, no tenía ventanas y tenía unas escaleras que llevaban a una puerta. Me di cuenta que estaba en un sótano. Me empecé a desesperar, lágrimas caían por mis mejillas, intenté levantarme del suelo e ir a la puerta, pero no pude porque estaba encadenada a un poste en medio del sótano.
Pasé horas allí. Nadie bajó a verme ni nada, no sabía si era de día o de noche o cuanto tiempo había pasado, tenía hambre y ganas de ir al baño. La única luz que iluminaba apenas una parte del oscuro y frío lugar empezó a titilar. Entonces la puerta se abrió y yo me levanté, me quedé pegada al poste y un hombre con un pasamontañas negro fue hasta donde estaba yo.
–Eres más bonita de cerca, niña.
Deslizó dos dedos por mi mandíbula hasta tomar mi mentón y levantar mi cara para que lo mirara.
–No llores más, vas a amar estar aquí. Shhh mi niña.
Limpió mis lágrimas, me tomó la cara con sus dos grandes y pesadas manos y me obligó a mirarlo a los ojos. Sostuvo la mirada por varios segundos y luego bajó hasta mis tobillos, sacó una llave de su bolsillo y mirándome a los ojos desde allí abajo, me desencadenó los pies.
Se volvió a levantar y empezó a caminar hacia un rincón del sótano que no había visto.
–Sigueme, y cuidado con intentar algo estúpido.
El lugar era más grande de lo que creí. Sí había un baño, solo que yo no lo había logrado ver. En una parte, habían muchas cosas raras, el hombre me pidió que me subiera a una extraña camilla, solo qur boca abajo. Parecía una de las máquinas del gimnasio a la que se le llama patada de burro. Tenía que apoyar los brazos en una parte, el abdomen en otra más elevada y por último las rodillas en otra más baja, quedando de una forma rara.
–Antes de subirte, te tengo que quitar esa porquería de uniforme. Y vamos a dejar algunas cosas claras.
Me asusté, no entendía porqué quería quitarme mi uniforme.
–Primero, vas a llamarme Papi de ahora en adelante, para todo.
Papi? No entendía lo que estaba pasando. Ni que quería de mi ese señor.
–Segundo, de ahora en más estarás desnuda SIEMPRE, a menos que yo diga lo contrario. Tercero, como de ahora en más yo soy tu Papi, tendrás que hacer caso a lo que yo diga sin protestar. Solo hablaras cuando yo te lo diga. Dicho esto, ven que te tengo que desnudar.
Me quedé paralizada. Nadie me había visto desnuda y mamá solo me dijo que no dejara que nadie lo hiciera hasta después de casarme con un hombre.
Como no me moví, él fue hasta mi. Y comenzó a arrancarme la ropa. Cuando quedé en ropa interior, traté de cubrirme pero él no me lo permitió.
–Yo no dije que hicieras eso. Déjame verte.
Me separó los brazos y me observó de arriba a abajo de una forma extraña.
–Pero mírate nada más. A ver que más hay debajo de esto.
Me desabrochó el sostén y me lo sacó.
–Que pechos tan bonitos...se ven muy apetecibles.
Hizo algo inesperado. Me tomó de ambos pesones y los apretó un poco, se me escapo un quejido porque me había dolido.
–Shhh tranquila que esto te va a encantar, todavía no llega la mejor parte.
Soltó mis pesones y empezó a bajar las manos por mi abdomen. Metió una mano en mis braguitas y yo me estremecí cuando me tocó ahí.
–Ves que rico que se siente? Mmm, lo estas disfrutando, lo puedo notar.
Era una sensación rara y creí que me había orinado un poquito del miedo porque cuando dejó de tocar ahí y subió la mano, me mostró que tenía los dedos mojados con algo raro.
–Que no sabes qué es esto? Son tus jugos, y seguro son delicioso, pero antes de que los pruebe yo, los vas a probar tú.
Me abrió la boca y metió un dedo dentro.
–Chupa y saboreate.
El sabor era asqueroso, pero el no sacaba su dedo de mi boca y cuando intentaba alejar la cabeza, lo metía más profundo. Tanto que me llegó a dar una arcada.
–Eso es, muy bien mi niña. Ahora ven aquí, que te voy a mostrar todo lo que puedes disfrutar.
Me tiró de un pezon y me llevó hasta la camilla rara. Me recostó boca abajo en ella y me di cuenta que mis partes íntimas quedaban expuestas completamente.
Él se colocó detrás de mí cuando terminó de atar mis manos y pies a la camilla y empezó a tocarme, me tocó el culo, la espalda y luego empezó a bajar a mi vagina. De nuevo me estremecí.
–Ahora vas a disfrutan como nunca en tu vida, puta.
Cuando terminó de decir eso sentí un dolor fuerte ahí abajo. Solté un quejido más fuerte que el anterior y me di cuenta que había metido un dedo en mi interior.
–Eso esss, esto te va a encantar tanto como a mi. Mmm que apretada que estass.
Empezó a sacarlo y a meterlo, primero despacio y cuando yo no podía controlar los grititos que daba, empezó más y más fuerte y rápido.
–aaaaaaaahhhhh, aaaaaaaaaahhhhhh.
–Eso zorra, gime para mí.
Me dolía, me estaba lastimando. Pero a la vez me gustaba, me daba una sensación rara pero se sentía bien.
Cuando empezó a ser muy brusco sentí que me iba a orinar.
–Por favor para!! Me voy a orinar encima!!
–No te vas a orinar, eso es un orgasmo, es lo que quiero así que hazlo.
No aguanté más y empecé a gritar muy fuerte, un líquido más espeso que la orina salió de mi, no era orina. Creí que eran "mis jugos" como lo había llamado el hombre.
–Muy bien mi niña, ya es suficiente por hoy, agradece a tu padre y a dormir, mañana va a ser un día más largo que estes y te va a encantar.
–Gracias, Papi.
Me desató, me cargó en brazos hasta un colchón en el suelo, me encadenó la muñeca y me quedé dormida al instante.
~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~
si veo que tiene apoyo voy a subir el siguiente mañana.
RECIBE RELATOS NUEVOS TODOS LOS DÍAS EN TU TELÉFONO, SUSCRÍBETE A NUESTRO CANAL DE TELEGRAM 
Reviewed by xx
on
junio 23, 2022
Rating:


Post a Comment